miércoles, 2 de enero de 2019

PROBLEMAS ECONÓMICOS : SIGLO 21

SIGLO 21: 
RETOS Y PROBLEMAS EN LA ECONOMÍA

Para entender los problemas presentes hay que echar un vistazo a la forma como el gobierno ha obtenido préstamos y recaudos(básicamente de contribuciones de ciudadanos y empresas; pero cuando esto no daba, cogiendo préstamos, llamados bonos, de entes locales, como cooperativas y bonistas de EEUU).




Los artículos del Centro de Nueva Economía nos ayudan a entender mejor estos problemas actuales.

Términos:  936; exención contributiva; bonos...

Este artículo del lcdo. Héctor Jiménez Juarbe, queien trabajó con el gobierno, explica porqué se cerró este programa(936=código de IRS que da exención contributiva al repatriar ganancias a EEUU a  empresas establecidas en territorio foráneo):
http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/loqueocurrioconla936-columna-2104287/

-Un artículo reciente del economista J. Stiglitz sobre PR, analiza los problemas de PR :

/http://sincomillas.com/hay-que-estimular-la-economia-en-vez-de-pagar-los-acreedores/


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-?Cuánto han contribuido las megatiendas y empresas foráneas al desarrollo económico de PR?
Es la pregunta que trata de contestar el ecomista J Caraballo en este breve artículo:
TRIBUNA INVITADA(EL NUEVO DÍA, 2/12/15)
      Las fábricas foráneas crean riquezas propias basadas en sus inversiones en investigación y desarrollo, o en la venta de productos al mundo, o en ambas. Estas foráneas generalmente proveen inversión neta y empleos netos (no destruyen empleos ni inversión existentes en las empresas locales). El salario promedio anual que pagaron en 2014 fue de $38,563, superando el salario promedio de los demás
     Por otro lado, las megatiendas foráneas no crean riquezas propias sino que se lucran del consumo y de las riquezas de los ciudadanos para repatriar todas sus ganancias. Estas no proveen inversión neta ni empleos netos, ya que destruyen la inversión y los empleos de los comercios locales: las megatiendas vendieron $160 millones adicionales del año 2007 a 2012 (cifras ajustadas por inflación) mientras que emplean a 5,000 empleados menos (Censo Económico, publicado por el Negociado del Censo de Estados Unidos).
La mayoría de sus empleados no tiene beneficios marginales (por ser empleados a tiempo parcial) y aun el salario promedio pagado por las megatiendas fue similar al de los negocios locales ($16,000 en 2012). Las pocas compras que hacen a los suplidores locales igual hubiesen ocurrido desde los comercios locales. Además, no hay evidencia de que en general sus precios sean menores que los de las locales.
Para entender si crean riquezas o extraen riquezas, preguntémonos: ¿qué pasaría si esa empresa foránea no estuviese? Si una megatienda foránea se va de Puerto Rico porque los impuestos son muy altos (algo improbable dada la rentabilidad de nuestro consumismo desmedido), no se pierde riqueza pues ese consumo se dará en los negocios locales, los que reinvierten todas sus ganancias aquí. No se perderían empleos porque las tiendas locales tendrían que emplear más (las megatiendas reclutan a menos empleados por dólar en ventas que los negocios locales). De hecho, si solo la mitad del consumo fuese a empresas locales se crearían más de 20,000 empleos netos directos.




http://grupocne.org/2014/04/30/se-acabo-la-fiesta/

Se acabó la fiesta

Tomada de donlinscott.com
Tomada de donlinscott.com

Por Sergio M. Marxuach
“Esta columna se publicó originalmente el 31 de diciembre de 2013.  Sin embargo, creemos que es importante volverla a publicar hoy, después del mensaje de presupuesto del gobernador, ya que provee el contexto histórico de la crisis que estamos viviendo y sufriendo todos los puertorriqueños.   Las decisiones difíciles que tenemos que tomar hoy son la consecuencia directa de varias décadas de mala administración.  No surgen de la nada ni de un vacío.  Además, la situación ha empeorado desde diciembre: el crédito de Puerto Rico fue degradado a nivel especulativo en febrero, la deuda ha aumentado a mas de $72,000 millones, y la economía sigue en contracción. Todo esto significa que Puerto Rico enfrenta varios años más de decisiones difíciles antes de poder declarar que hemos superado nuestros problemas fiscales.”
Por mucho tiempo, a nadie le importó el precio de los bonos de Puerto Rico, ni las tasas de interés que pagaríamos, ni las comisiones que cobraban los banqueros, ni en qué se iba a gastar ese dinero, ni como lo íbamos a repagar. En verdad, nada le importaba a nadie mientras había dinero. La economía estaba creciendo, el dinero fluía, se estaba “haciendo obra”.  Por otro lado, los banqueros nos aseguraban que la “calle pedía papel”, como si estuvieran hablando de libras de pan.
La decadencia comenzó allá por la década de los setenta. En respuesta a la crisis global, aumentaron las transferencias federales, la nómina pública, y la deuda gubernamental.  Se consiguió la sección 936. Eso fue suficiente para revivir la economía por unos 25 años más y posponer reformas estructurales, dolorosas, difíciles de explicar.  Procedimos entonces a gastar millones en pabellones en Sevilla, en celebraciones del quinto centenario, en juegos centroamericanos en Ponce y Mayagüez, en campañas publicitarias, en contratos de asesores y consultores, en baile, botella y baraja, en faraónicas estaciones de tren, en acueductos, coliseos y natatorios de escala romana.
Todo era bonito, nuevo y brillante. Pero era una prosperidad hueca, una prosperidad falsa que no nos habíamos ganado con el sudor de nuestra frente. Un espejismo basado en una ilusión monetaria, en dinero tomado a préstamo a unas tasas más bajas de lo que los fundamentos de nuestra economía podían justificar. Y cada año había que tomar más dinero prestado sólo para mantenernos en el mismo sitio.
Hasta que llegamos al 2006. Cierra el Gobierno, cunde el pánico entre la clase media del País. Ese tranque no era más que un síntoma, una señal de la quiebra institucional, moral, económica y social de nuestro sistema político. Pero nadie quería hablar de eso.  Se impone el IVU y se crea COFINA.  Esta corporación emite bonos a largo plazo, pagaderos con una porción del IVU que todos pagamos cuando compramos algún articulo de consumo.  El dinero producto de la emisiones de bonos se utiliza para pagar nómina, gastos corrientes, y para refinanciar deuda existente. Sigue la fiesta, se anuncia grandilocuentemente que se ha salvado el crédito, se ha puesto la casa orden, todo está bien. Regresen a la normalidad, por favor, sigan comprando con tarjetas de crédito, hartándose de frituras y viendo La Comay.
Pero la verdad, por más que la tratemos de ignorar o encubrir, tiene la mala costumbre de imponerse en la vida de los pueblos. El castillo de arena que era Puerto Rico se derrumbó. La economía entra en una contracción profunda. La razón de deuda pública al producto nacional bruto se dispara. Cae vertiginosamente la inversión, el empleo, el ingreso y la actividad económica.
El FDIC interviene tres bancos comerciales que se dedicaron en gran parte a financiar una burbuja inmobiliaria que nadie quería admitir estaba sucediendo.  Después de todo, “Puerto Rico es 100 por 35 y no va a crecer más”, según decían los desarrolladores mientras tomaban prestado millones para construir más urbanizaciones. Cientos, tal vez miles de accionistas, muchos de ellos puertorriqueños, pierden miles de millones de su capital.
Poco después el valor de la propiedad inmueble se desploma. Se esfuman miles de millones más del acervo de capital de Puerto Rico. Aumentan las ejecuciones de hipoteca y las quiebras, la emigración llega a niveles que no se veían desde la década de los sesenta.
Entonces quiebra Detroit, ciudad que una vez fuera el corazón de la economía de Estados Unidos, pero que hoy no es más que un “sarcófago postindustrial” en palabras del periodista Charlie LeDuff, autor de Detroit: An American Autopsy. Se estremece el mercado de bonos municipales. Una cosa es que quiebre un pequeño condado de rednecks en Alabama, pero la cuna de Chrysler, Ford y GM, eso es otra cosa.
Como suele suceder cuando ocurren estas sorpresas, el mercado comienza a especular sobre cuál será el próximo domino en caer. Se (re)descubre a Puerto Rico. Una ruina colonial de Estados Unidos abandonada en el Caribe, con tres veces la deuda de Detroit y en franca depresión, donde desde el 2006 la economía se ha contraído por casi 13%, el empleo total se ha reducido por un 18%, y la inversión doméstica fija ha caído por 11%.  Mientras, la deuda pública aumenta 62%, de $43,000 millones en el 2006 a $70,000 millones en el 2013.
Más aún, en términos de pobreza, participación laboral e ingreso per cápita y por hogar, Detroit tiene mejores indicadores económicos que Puerto Rico. Especuladores y traficantes financieros de toda clase y calaña huelen sangre en el agua, se desploman los precios de los bonos de Puerto Rico, comienzan los “margin calls”, corren rumores de vestiduras rasgadas y crujir de dientes en Hato Rey, desaparecen otros miles de millones más de capital local. Se cierran los mercados para Puerto Rico. La degradación acecha, irónicamente la chatarra se vende cara en Wall Street.
Hemos visto cómo todo lo que parecía sólido en Puerto Rico —los bancos, la propiedad inmueble, la deuda gubernamental— se ha desvanecido en el aire, tal y como advirtiera Karl Marx en 1848. Esto no se debe a una situación coyuntural pasajera, o a que nuestros gobernantes no han sabido utilizar bien los poderes que supuestamente tienen. No. Esta crisis es mucho más profunda y va a requerir en este año que comienza que Puerto Rico tome decisiones de naturaleza moral y existencial. Cosa mala esa para un pueblo que no está acostumbrado a la introspección individual ni a la reflexión colectiva.
El 2014 se vislumbra como un año de conflictos sociales, de decisiones difíciles, de convulsiones económicas y políticas, posiblemente de sangre en las calles. Podemos aprovechar esta coyuntura para reconstruir un país quebrado, en franca descomposición, donde las instituciones están podridas y derrumbándose, o podemos decidir seguir viviendo como Alicia en el país de las maravillas.  Decisiones existenciales impostergables. Se acabó la fiesta.

El autor es director de Política Pública en el Centro para una Nueva Economía. Esta columna se publicó originalmente en el diario El Nuevo Día el 31 de diciembre de 2013.


En el programs FRONTLINE,  un antiguo ejecutivo de UBS(colocadora de bonos) explica por primera vez como esos mismos ejecutivos promovieron la crisis, tratando de vender bonos a toda costa:

ays-banks-fueled-economic-crisis-in-puerto-rico/?utm_source=FBPAGE&utm_medium=social&utm_term=

http://www.pbs.org/video/blackout-in-puerto-rico-340ybo/


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